El parque era hermoso, sereno, majestuoso, grave y acompañado por su paz sepulcral, y que trae a la memoria, a los próceres de la Independencia, y que hoy reposan en el mausoleo con paz infinita.
Ya olvidados por muchos desmemoriados.
El Parque de los Martíres con colchones de dormideras, y observamos entre las espinas, como se asoman florecitas rosadas, que nacen en la Primavera y el Otoño.
Y que al tocar sus hojitas con delicadeza, se cerraban al momento.
Se recogian con tímidez y premura.
Añoranza de libertad, y quimera de los que sueñan.
El sonido peculiar de los robles hembra o casuarina Australiana, inspiraba una música de fondo respetuosa, que convida a la meditación y la oración.
Mientras el viento agitaba las hojas escualoides y finas, estás provocaban un sonido peculiar distintivo apacible.
Con una paz y sentimiento, díficil de describir.
Era suma quietud y reflexión para el alma pura.
Y el sonido misterioso mitigaba cualquier ruido externo y convidaba al regocijo de la paz intíma del alma.
En lotananza se escuchan voces que aspiraban progreso y amaban de corazón, la libertad para todos.
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